Como si en sus manos llevara un arado, roturaba la vida. Ellas no daban a basto con la semilla, nunca era suficiente, pues no traía tesoros la existencia, ni siquiera unas flores que no se marchitaran pronto. Había un pozo ciego que todo lo tragaba para manar oscuridades.
Un arroyuelo seco lo traspasaba todo, y en cada oquedad se guardaban las máscaras. Cada amanecer se desechaban y, para tener variedad, se procedía a coger una nueva. Allí todos confundidos estrechaban lazos, hasta volverlos cuerdas que después cortaban. El caos se divertía corriendo por sus venas. Sólo un amanecer naranja dejaba el encuentro de dos rostros desnudos, y la vida extendía una alfombra larga y roja, para que aquel recuerdo llegara a la eternidad.
Misteriosa
Agrio recuerdo el que deja esa alfombra roja.
ResponderEliminarUn beso.
No todos los recuerdos son bellos. Quizá hay que seleccionar los únicos bonitos para marchar con ellos...
EliminarMuchos besos.
Al pozo ciego le ganó la vida.
ResponderEliminarBesos,
Puede que sí, a veces aún no lo sé...
EliminarMuchos besos.
historias que se hilan y otras se deshilachan
ResponderEliminarlas relaciones humanas llenas de matices siempre dan buen ovillo
abrazos y muy buena semana
Sí, es como dices.
EliminarMuchos besos, guapa.
A veces entender la naturaleza humana es difícil y complicada, por eso siempre hay un pequeño espacio de tiempo donde todo parece estar en una misma vibración.
ResponderEliminarBesos
Es así, Ilesín, algo complicado a veces...
EliminarMuchos besos.
Hay recuerdos que son para la eternidad...
ResponderEliminary jamás nadie podrá arrancártelos...
besos
Los bonitos, nunca...
ResponderEliminarMuchos besos, preciosa.