Sobre la rama,
acurrucada en el nido, siempre dispuesta a volar.
Observando las sierpes
desde altura. Agito mis alas para cerciorarme de su firmeza. Ellas me pueden
mantener sobre toda fuerza que se arrastra.
Yo moro en la altura del
pasaje donde conviven cardos con amapolas. Libre de las ataduras me transporta
el viento. Esquivo al ave de rapiña en mi pirueta por el espacio.
Solo acepto lo que se me
lega sin pedirme, mi verdad no la vendo ni la impongo. Soy más humana que la
misma humanidad.
Misteriosa
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