Cada noche me recuesto en el árbol a pensarte. La luna se
acerca al verme, todas las cosas se hacen grandes en mis sueños, hasta las
alas, que no se donde meterlas cuando se encuentran en reposo. Ellas son las
que te cubren en nuestros encuentros. No son suficientes mis manos para
empacharme de tu piel.
Soy feliz entre las ramas, pero hoy el árbol se hace objeto
de tu ausencia. Me envuelve este bosque y no puedo salir al bullicio, allí
donde la gente se pierde entrelazada al tiempo, donde la luz es artificial, y
todo se finge. Pero no hablaré mal del lugar al que perteneces, donde tu brillo
hizo que me acercara. Eres sol entre penumbras, eres música que atrae mi
corazón. Te he hecho parte de mi vida, hasta ser el motor de mis alas, el
causante de mis vuelos.
Mañana te voy a dar la mano para pasear por la luna. Allí
sabré, por el tono que tus ojos adquieran, tus sentimientos. Un polvo de plata
bañará cada uno de nuestros besos.
Misteriosa
Cada noche es diferente, aunque parezcan iguales.
ResponderEliminarUn beso.
La emoción, me embargó al leer este texto. Quisiera pasear por la luna, tomada de la mano. la imagen de las alas cubriendo al amado, es de gran belleza. No sé si describes el amor entre dos seres tan distintos (desde el punto de vista de uno de ellos), pero dejas en claro, lo infinito del amor. Un beso
ResponderEliminarCuando la noche cae, la esencia verdadera del ser sale libremente para fusionarse con la persona amada, ya sea en la luna o en una hermosa playa de arena blanca mecida por las olas.
ResponderEliminarBesos
La noche es pequeña y acogedora, llena de promesas y sueños. A mi me gusta la noche en ella está todo lo que imagino. Un abrazo
ResponderEliminarEn las noches... el romanticismo flota en el aire.
ResponderEliminarBellas palabras.
Otro dulce beso, para tu noche.
La luna plateada adorna ese amor.
ResponderEliminarMuy bonito, besos