Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje, temerosa de que sus vecinos se dieran cuenta de que
no podían verlo, hasta que un niño dijo: “Pero ¡si va desnudo!”. La gente empezó
a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba
desnudo. El emperador lo escuchó y supo que tenían razón, pero levantó la
cabeza y termino el desfile.
Hans Christian Andersen
Autor imagen: Jean Léon Gerome
Privilegios de un emperador, supongo.
ResponderEliminarBesos dulces.
Esta versión tiene una interesante vuelta de tuerca.
ResponderEliminarTambien lo es con la emperatriz de la imagen.