El oído siempre atento a su llamada, una alerta en el corazón, un latido perenne.
La mirada siempre le envolverá, como unos brazos de luz.
Los labios siempre estarán dispuestos a besar su piel, y musitarán palabras nacidas en el corazón.
Su aroma presente en mi vida hasta el último día.
Mis manos en continuo ofrecimiento a la caricia, incansables a su tacto.
Mi vida ofrecida, en este sentimiento.
Misteriosa
Autor Imagen: José Luis García